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Porque nos pareció que era una gran oportunidad de hacer un encuentro de mujeres iberoamericanas que compartimos y tenemos muchas raíces culturales en común, para mirar en conjunto qué queremos hacer y qué aporte queremos entregar a los países, ciudades, territorios donde vivimos y nos desempeñamos.
La verdad es que las mujeres hemos protagonizado las mayores transformaciones sociales que ha tenido el mundo en el último siglo y eso ha cambiado nuestra posibilidad de desarrollarnos como personas, pero creo que tan importante como eso, son los cambios que podemos hacer en la sociedad, y el aporte que podemos entregar para resolver problemas que la sociedad no ha sabido hacer. Como hacer un mundo de verdad más humano y de verdad reconciliado con el medio ambiente. Vivimos todos, a pesar de que nuestros países sean tan distintos, en un modelo común que tiene como característica que nuestro desarrollo se ha hecho a costa de un daño al ambiente enorme y se ha hecho sin resolver los problemas de la desigualdad, los problemas de la convivencia, de la solidaridad y yo estoy convencida que las mujeres desde la posición en la que estamos y a pesar de que nos queda tanto camino por avanzar para conquistar la plena igualdad, incluso en la condición en la que estamos hoy, podemos hacer transformaciones muy positivas en nuestras sociedadesen la medida que se dan las condiciones y tomamos un rol de cumplir papeles de liderazgo en todos los ámbitos, en el ámbito local, en el ámbito privado, en la sociedad civil, en el gobierno, en el parlamento, etc.
Pensamos que, reunir a mujeres iberoamericanas que hemos compartido este proceso de ir legitimando nuestro rol como ciudadanas en igualdad de condiciones y hacer desde ahí una mirada de qué podemos aportar para reformar sociedades también, como nuestra irrupción puede traer cambios benéficos para nuestras comunidadesera una gran oportunidad y por eso nos propusimos, porque en realidad la ciudad de Santiago fue candidata y al final esta candidatura fue aceptada y hoy vamos a recibir a todas las delegaciones de la región iberoamericana.
Porque la ciudad es el espacio donde mayoritariamente vive la humanidad hoy en día. Pero si la humanidad lo hace mayoritariamente, nuestra comunidad iberoamericana lo hace en una abrumadora mayoría. Somos de las regiones más urbanizadas del planeta, más del 80% de nuestra población vive en ciudades y por definición el espacio urbano es un espacio de encuentro, de contrastes, de convivencia entre grupos y personas diversas. Esa es la característica de la ciudad, y la verdad es que hay muchas maneras de mejorar la ciudad pero es imposible hacerlo sino es a partir de ser una ciudadanía consciente, ser ciudadanos y ciudadanas que empaticen con los demás, ser personas capaces de construir un proyecto de vida tomando en cuenta también los derechos, los intereses y la mirada de los demás y creo que las mujeres tenemos en esto una condición privilegiada, porque por distintas razones la vida nos ha enseñado y a veces nos ha obligado a ser siempre muy conscientes y a sentir un instinto de cuidado, de hacernos cargo también de cómo podemos influir en mejorar o empeorar la vida de los demás y creo que esa es la clave para hacer buenas ciudades. La clave para hacer buenas ciudades es que seamos conscientes de que cada cosa que hacemos no sólo repercute en nosotros sino que impacta mucho a los demás, y por eso el tema de decir “Mujer y ciudad”, como las mujeres podemos poner una impronta femenina, en el sentido de este componente que tenemos los seres humanos y también los hombres y mujeres para construir desde esa mirada la convivencia en la vida urbana, que es fundamental para la calidad de vida, para el desarrollo, para la solidaridad.
Creo que en nuestra realidad todavía la igualdad de género no es un logro que hayamos tenido, no existe igualdad en ninguna parte del planeta, en realidad. A pesar de que hay lugares donde hay grandes avances, la plena igualdad no la hemos logrado todavía y eso es porque está muy profundamente instalado en nuestra identidad de género, desde la educación hasta la manera en que enfrentamos y nos paramos frente a las situaciones de la vida, ciertos conceptos sobre los roles de género en que las mujeres todavía estamos ante una desventaja.
Ser distintas no nos hace ser desiguales, podemos ser diferentes y tener igualdad, el problema es que todavía el rol de la mujer está en desventaja en demasiados ámbitos de la vida y eso en la ciudad es clarísimo. Todavía la manera en que se piensa y se toman decisiones, en que se definen inversiones está marcada por una mirada en que la perspectiva de las mujeres no tiene el espacio que debiera tener.
En la toma de decisiones, en la ejecución de los proyectos, en todas las etapas, nuestra mirada no está suficientemente representada. La visión de la mujer todavía no tiene el rol que debiera tener.
Y en ese sentido, ¿Cómo quiere usted impregnar ese sello de ser mujer alcaldesa con mirada de género?
Primero tratamos de constituir un equipo municipal paritario donde las mujeres estemos en las decisiones, en las máximas responsabilidades y debo decir que en la municipalidad de Santiago los máximos cargos de responsabilidad los han ocupado mujeres y, a pesar de que ha habido cambios, en el tiempo esa esencia de mujeres se ha mantenido y ha sido muy importante porque ha significado que no estamos en minoría sino que nuestra mirada está en equilibrio, en una interacción bastante justa con los hombres que hay en el equipo directivo, que por cierto, son muy importantes.
Segundo, nos hemos hecho cargo de la realidad de las mujeres de nuestra comuna, realidades que tienen que ver con lo que es la situación mayoritaria de las mujeres en Santiago. Que son jefas de hogar, que tienen la responsabilidad de sus familias y que, por una parte, cuando trabajan como independientes les cuesta mucho más sacar adelante sus proyectos, obtener financiamiento, tienen menos redes… Por eso tenemos una política de apoyo para las mujeres que emprenden, que desarrollan sus propios proyectos. Lo otro, es cuando tienen trabajo fuera del hogar -que es la situación dominante-, les cuesta mucho compatibilizarlo con el cuidado de sus hijos. En Santiago había un déficit de atención parvularia, todo el sistema de cuidado de los niños y niñas y hemos puesto gran énfasis en esa materia.
Tercero, hemos tratado de mirar mucho la perspectiva de las mujeres en los temas de seguridad, porque nos hemos dado cuenta que gran parte del sentimiento de vulnerabilidad y de seguridad que la ciudadanía tiene no se refiere sólo a los indicadores de delitos -que en general en nuestro país son bajos- sino al sentimiento de vulnerabilidad, producido por sentir abusos en el espacio público, donde prima la ley del más fuerte, en donde se falta el respeto a los demás.
Las mujeres nos acercamos a la seguridad desde una perspectiva distinta, más de generar ambientes seguros que de preocuparnos sólo de la delincuencia, en crear ambientes en que las personas se sientan acogidas y cuidadas en sus barrios antes de que sea demasiado tarde, antes de que se cometa alguna acción delictual. Esa es la perspectiva con la que estamos trabajando como municipalidad.
Hay otros temas como la movilidad. La ciudad de Santiago se ha hecho pensando en los autos, para un traslado rápido teniendo poco espacio para la locomoción pública y la verdad es que la mayoría de los viajes en la ciudad no se hacen en auto. Especialmente las mujeres se mueven en otros medios de transporte, se trasladan caminando, en transporte público, muchas veces los hacen con niños… Y esta perspectiva en la movilidad no estaba priorizada y la hemos puesto como un tema esencial. La mirada, ahora está en el peatón, en las personas que andan en transporte público, las personas que tienen problemas de movilidad, que siempre son preocupación de las mujeres, y que se ve como obligación de las mujeres…. De todo ello, también se tiene que preocupar la política urbana.
Es un gran tema. En la medida que nuestra sociedad tiene expectativas de vida más larga, son más los años de vida de las personas adultas mayores y por tanto, más los años en que son frágiles y que dependen de otros. Pero este tema no sólo se refiere a los adultos mayores, al día de hoy a pesar de la liberación de la mujer, cuando hay alguien enfermo en la casa o cuando hay un miembro de la familia con discapacidad, por defecto se asume que es la mujer de la casa la que se va a hacer cargo del cuidado y muchas veces esos cuidados son tan exigentes que obligan a la mujer a dedicarse exclusivamente a esta tarea y no poder desarrollar su proyecto de vida.
Se produce un abandono absoluto de los propios proyectos en pos de cuidar a otro y la verdad es que las mujeres han estado muy solas en eso y la política pública que hemos buscado hacer es para generar un resguardo a estas situaciones que muchas familias enfrentan y apoyar a las cuidadoras. Apoyarlas de distinta manera: a través de acciones de refuerzo, para que tengan mejor preparación para enfrentar esta tarea; para que tengan facilidades de inserción laboral; para que puedan combinar con sus roles de cuidado; para que tengan relevo y tengan alivio –hemos creado un voluntariado de apoyo- para que la persona que cuida tenga algunos días, algunas horas a la semana. Una gran alegría es que hemos sido elegidos para ser parte de un programa con el gobierno que va a permitir una intervención mucho más amplia, con más recursos, para tener un sistema de relevo y de apoyo a esas cuidadoras para que se fortalezcan y se puedan capacitar y puedan desarrollar su vida y no renuncien a ella por esta misión que es muy noble pero que no se puede hacer sobre la base de que la protección de uno sea a costa de otros, tenemos que hacer compatibles los proyectos de todas las personas.
Los talleres que es una palabra muy genérica para hablar de una política que lo que hace es entregarles herramientas a las mujeres, y también a otros grupos, pero las mujeres yo diría que son nuestro grupo preferencial porque está presente en todos los segmentos etarios de manera muy protagónica para entregarles herramientas e instrumentos para poder desempeñarse en algún ámbito.
A veces esos ámbitos son la propia salud, el propio cuidado, la autoestima, partimos desde esas cosas y hay un ámbito muy importante de talleres que tienen que ver con eso, con la actividad física para mantener un buen estado de salud, con encontrarse con la propia identidad, con el proyecto de vida, con valorarse que es algo que muchas veces las mujeres no hacemos pese a estar haciendo enormes aportes, el propio valor no se reconoce, y todo eso tiene todo un continuo de actividades que incluyen talleres para el tiempo libre, talleres culturales, de manualidades, de formación y capacitación pero ya con una mirada de inserción laboral, con el desarrollo de emprendimientos. Nos hemos dado cuenta que el desarrollo de este tipo de actividades además de entregar herramientas de conocimientos, aprendizajes y habilidades, lo más importante que logran es que las mujeres se junten y se fortalezcan en su propio valor, en creer en sí, el darse cuenta de sus capacidades, en pararse seguras ante los demás, en no sentir que hay que estar dando examen todo el tiempo sino que saberse capaces. Yo creo que ahí todavía en nuestra sociedad hay una brecha, las mujeres hemos demostrado ser más capaces de la autoestima que tenemos y los talleres a lo que más ayudan es a reforzar esa convicción respecto a la mujer.
Efectivamente Santiago es una de las dos o tres comunas de Chile que tiene más migración, esta migración hoy día es más del 10% de nuestra población, está cerca del 13% de la población y detrás de las familias migrantes hay niños e hijos que ya son chilenos, pero que siguen teniendo una fuerte impronta cultural del país de origen de sus padres, y la verdad es que en el fenómeno migratorio la presencia de la mujer es muy importante.
Primero porque muchas mujeres han migrado aquí en búsqueda de mejores oportunidades laborales, muchos de los ámbitos en los que se ha dado fuertemente la migración son áreas de empleo en donde las mujeres tienen un rol muy protagónico pero además es importante porque la mujer de alguna forma siempre le toca, en este contexto de integrarse a una nueva sociedad, a una nueva cultura, ser el eslabón de la cadena que junta las distintas partes y que trata de generar el vínculo en la sociedad donde se está pero también de mantener las raíces y la cultura de origen y ahí nosotros hemos descubierto la riqueza de trabajar con ellas.
Lo que queremos es lograr una política de inclusión que se base en la diversidad, no en la integración en el sentido de asimilación, de que para estar aquí tienes que olvidarte de tu historia, sino más bien provocar una cultura, un hábito, un entrenamiento para la multiculturalidad, y las mujeres en esto como que llevamos casi naturalmente, en el instinto, como forma de resolver estas tensiones y dificultades que se generan.
Nuestro trabajo ha consistido primero en hacer redes con las mujeres, trabajar estos temas de interculturalidad, generar refuerzos entre ellas: tenemos grupos donde se juntan mujeres migrantes con mujeres chilenas, que cumplen roles similares o que están en posición de igualdad, y hacer entre ellas alianzas, redes de colaboración, trabajo en conjunto y esto mismo se reproduce, por ejemplo, al interior de los colegios donde hay fuerte presencia de niños migrantes o hijos de familias migrantes y ahí el trabajo con los apoderados, que terminan siendo las apoderadas -porque las que llegan al colegio son siempre las madres-, es vital para generar esta forma de producir la inclusión desde la multiculturalidad y no desde la asimilación o la uniformidad porque además creemos que eso es lo que transforma el fenómeno migratorio en un factor tan positivo, que es enriquecer la cultura de un país.
En el Municipio de Santiago tenemos una de las primeras oficinas anti discriminación que se abrieron a nivel local porque asumimos que este era un tema clave en este territorio.
Nuestra comuna es parte de una ciudad que tiene la característica de ser extremadamente segregada. Aquí hay varios Santiagos dentro de un mismo Santiago, mundos paralelos que viven en un mismo territorio pero en realidad son mundos distintos, y obedecen a calidades de vida, a condiciones de derecho a la ciudad totalmente diferntes y a una falta de acción porque nuestro sistema escolar, nuestro sistema de políticas culturales, nuestra forma de organizar el territorio es tal que hace que los espacio donde los grupos sociales se mezclan, interactúan y conviven son muy pocos.
La característica de Santiago es ser una ciudad donde hay mucha interacción, donde sí hay mucha mezcla, donde los grupos sociales se juntan, donde en una misma comuna vivimos todos los estratos sociales, y además viven migrantes, y además es una comuna con un importante número de adultos mayores. Es la comuna que recibe más estudiantes del país y es una comuna muy antigua y con mucha construcción nueva… Es un territorio de contrastes y diversidad, y por lo tanto asumimos que la única forma de hacer ciudad es saber convivir en el respeto y valoración de esa diversidad. Por eso la oficina antidiscriminación es muy importante y ha entrado en temas que se dan en el ámbito social, en el ámbito migratorio, los que dicen relación con reconocer y valorar los pueblos originarios que existen en Chile y que históricamente han tenido una gran postergación, el hacernos cargo de personas con capacidades diferentes, de las personas mayores, de los niños pequeños que son más frágiles, el hacernos cargo de las mujeres; de las mujeres que a pesar de todo seguimos en desventaja, con más dificultades, enfrentando jornadas laborales que se duplican y se triplican, asumiendo responsabilidades que la sociedad no valora, no reconoce, etcétera. Pensamos que es mucho lo que se puede hacer en esta mirada de la antidiscriminación porque al final a lo que te lleva es a empatizar con el que es diferente y tratar de hacerte cargo de que esa persona distinta es otro que merece también respeto y que tú puedes influir fuertemente en que tenga una mejor vida.
La participación de las mujeres en las instancias de base es totalmente protagónica y mayoritaria. Si te reúnes con dirigentes vecinales, con dirigentes de adultos mayores y con las distintas asociaciones ciudadanas que trabajan temas de los más variados, la presencia de mujeres dirigentas y mujeres que participan en ese tipo de organizaciones es totalmente mayoritaria, arrasan. Vemos eso como una gran posibilidad; pero para que sea realmente una oportunidad, lo primero que tiene que haber es participación y hemos buscado en nuestra política comunal abrir distintos instrumentos, que esta comunidad diversa participe también de formas diversas.
Si se hacen reuniones en el barrio participa un tipo de gente, en participación digital participa otro grupo, si haces consultas ciudadanas es otra la gente que concurre, si se hacen cabildos otra. Por lo tanto si se quiere realmente tener una participación que dé cuenta de la diversidad se tienen que tener diversos instrumentos para medirla, eso es una primera cosa clave.
Estamos trabajando Para que la ciudadanía se organice, dialogue, se ponga de acuerdo y resuelva sus conflictos, asumiendo cuando hay diferencias e intereses que se contraponen como una manera de poder convivir. Ahí hemos hecho una gran apuesta a respaldar y fortalecer las dirigencias nuevas que están surgiendo en la comunidad, donde hay muchas mujeres, poniendo nuevos temas, nuevas formas de organización, nuevos estilos de trabajo, que tienen una gran apertura o una mayor apertura a este trabajo transversal, donde no es sólo que la organización vaya y se dirija a la municipalidad y vaya a hablar con la autoridad sino que se coordine con sus vecinos y vecinas, con las otras personas que hay en el barrio, con las otras organizaciones que hay en el entorno. Ahí nuestro trabajo con capacitación, con formación, con generación de capacidades de articular la diversidad, de dialogar, de resolver conflictos ha sido una de las iniciativas más exitosas y positivas que hemos podido ver, cómo enganchan las dirigentes mujeres con estos instrumentos y se los apropian muy rápidamente.
Hoy día en Chile estamos en una discusión muy grande sobre la educación, muchas reformas están en curso, pero quizás la más importante que hay que hacer es preguntarnos qué vamos a entender por una educación de calidad. Por mucho tiempo hemos estado casi obsesivos preocupados simplemente del rendimiento de los estudiantes en tres o cuatro materias netamente cognitivas que se consideran clave, que de hecho lo son porque si uno no desarrolla el lenguaje en esta sociedad es muy difícil desempeñarse y lo mismo debiéramos decir de dos o tres materias más, pero la verdad es que la educación es algo más que tres materias críticas, tiene que ver con formar personas y en ese formar personas hay cosas que no están en la dimensión cognitiva sino que tiene que ver con las habilidades, con las capacidades de vinculación con los demás, de resolución de conflictos, de autocuidado, de responsabilidad, que han estado muy ausentes de nuestras prioridades educacionales y que hemos ubicado muy en el centro. Empezamos con una cosa muy necesaria que era tener un currículum serio en materias de educación sexual que estamos convencidos que es clave, porque cuando la sexualidad hay aprendizajes que distorsionan la relación que hay en la intimidad y que distorsionan también la percepción de identidad de las mujeres o la relación con el propio cuerpo o la relación con el vínculo con el sexo opuesto o con el que es de tu atracción sexual, eso después impacta en todas las relaciones humanas, todos los vínculos sociales, todo lo que uno es en una sociedad, esa puerta de entrada que fue la educación sexual y que nos permitió hablar de los temas de igualdad de género, de respeto, de autocuidado, de no abuso, etc. Después dio lugar a una mirada mucho más amplia yo diría que estamos trabajando el desarrollo de un currículum que se refiere en el fondo a generar habilidades para la vida y competencia, donde está la educación sexual pero está también la educación ciudadana o cívica, está el autocuidado, de respeto del medio ambiente, los temas de empatía, de resolución de conflictos que son todas cosas en las cuales las mujeres hemos históricamente sido víctimas de una mirada masculinizada en el mal sentido de la palabra, o sea desde lo vertical, del rol de autoridad más que del rol de empatía y solidaridad, y lo que estamos tratando de inculcar en la educación es esta mirada, de ciudadanía co-responsable y no solo que responsabilizamos hacia arriba o hacia abajo sino que nos hacemos responsables hacia los lados.
El rescate del patrimonio ha sido en realidad parte de una política más amplia que tiene que ver con asumir que la ciudad es un lugar de identidad muy importante, cuando el patrimonio es descuidado o está abandonado o se pierde, porque al final el descuido termina en la pérdida, lo que se termina sacrificando es aquello que nos transforma en un cuerpo vivo común, que nos hace ser comunidad, las comunidades existen porque tienen una historia, porque comparten elementos culturales que no son sólo físicos de los edificios, palacios patrimoniales, sino que tienen que ver con la historia de esos lugares y como se ha ido depositando en el tiempo lo que juntos hemos ido haciendo como país, como ciudad, como comunidad. Defender el patrimonio al final es defender que el espacio es de todos y todas tiene una historia y uno no lo inventa de cero sino que a partir de lo que ha construido. Hemos hecho una política muy amplia en este tema de defender el patrimonio y eso no sólo incluye el patrimonio rimbombante o lo entendido como gran escala sino también rescatar nuestra vivienda social tradicional, rescatar los cités de la comuna, rescatar el patrimonio intangible que es la identidad de los barrios, su historia y en esto el gran activo o el gran recurso con el que hemos contado es que los vecinos y vecinas en esto tienen hoy día una demanda que es gigantesca y presionan porque dejemos de hacer la ciudad con imposiciones y la hagamos respetando la identidad de los lugares.
Ahora hace poco que me tocó estar en París con motivo del Cop21 tuvimos una reunión de alcaldes y alcaldesas de todo el mundo convocados por la Alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en el contexto de esa reunión al cual fuimos más de 1000 autoridades locales de todos los continentes se hicieron varias reuniones paralelas.
Esta reunión fue magnífica por su diversidad y además por su optimismo, porque hoy día los alcaldes y alcaldesas de todo el mundo sentimos que podemos hacer muchas transformaciones, a veces la política nacional está tan difícil, tan tensionada, pero la política local ha abierto un conjunto de oportunidades para reformar, para innovar, para vitalizar la democracia, que se respira en el ambiente de optimismo de los alcaldes y alcaldesas de todas partes.
Tuvimos también una reunión de autoridades latinoamericanos con los que compartimos muchos más elementos culturales, que hablamos el mismo idioma para empezar, pero tuvimos también -con eso cerramos- una reunión de mujeres alcaldesas que quiero decir, a pesar de que todas estas instancias fueron muy positivas, muy interesantes, la reunión de mujeres alcaldesas fue de otra dimensión, porque era una reunión que tenía un ambiente de calidez y una disposición para hablar desde el corazón de todas las que estábamos ahí y un ánimo de amistad que realmente me hizo emocionarme pensando que se venía esta cumbre, con decir que en la delegación de mujeres africanas decidieron que, dado que París había pasado malos momentos y que Anne Hidalgo había sido tan valiente y tan lúcida, se merecía una canción, y nos invitó a todas, nos enseñó un coro y terminamos todas las mujeres alcaldesas que había asiáticas, africanas, europeas, latinoamericanas, norteamericanas, todas juntas cantándole a Anne Hidalgo para animarla en este trance difícil. Yo creo que eso es muy interesante, los que trabajamos en el ámbito local tenemos mucho en común, los latinoamericanos e iberoamericanos, pero las mujeres tenemos todo en común, es impresionante y creo que cuando nos juntamos pasan cosas potentes y sabemos que en esta cumbre van a pasar también.