VOXLOCALIS #93

ACTUALIDAD

Por José Mármol

Desde 1998, por decisión de la Unesco, cada 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía. Este gesto, nacido de las solicitud que hizo a la organización internacional el editor Antonio Pastor Bustamante en febrero de ese mismo año, procura consagrar el lenguaje poético como la palabra esencial en la reflexión sobre nuestro tiempo. Antonio Machado (1875-1939) sostuvo, en efecto, que la poesía es palabra esencial en el tiempo. Desde entonces, el día con que se inicia en el hemisferio norte la estación de la primavera, entre el 20 y 21 de marzo, porque en el hemisferio sur tiene lugar entre el 22 y el 23 de septiembre, pasa a ser concebido como la Primavera de los Poetas, para países europeos, y en Hispanoamérica se le llama Común Presencia de los Poetas..

 

Desde 2020, el Día Mundial de la Poesía ha estado marcado en todo Occidente por la irrupción de la pandemia del SARS-CoV-2, que causa la enfermedad de la Covid-19, habiéndose cobrado a la fecha más de 2.6 millones de muertos, más de 120 millones de contagiados y una secuela de crisis sanitaria, económica y social de proporciones nunca antes vistas y solo comparables al período de la Segunda Guerra Mundial. Y si bien esta pandemia trastocó nuestra forma de vida y aceleró el proceso de digitalización y transformación tecnológica globales, no es menos cierto que también el arte, en sentido general, y en particular la poesía, tuvieron que adaptarse al medio digital para contribuir con la resiliencia espiritual de la humanidad, sumida en la incertidumbre, el pánico, la desesperación, el confinamiento, el estado de emergencia y el luto en millones de familias.

 

En tanto que forma de lenguaje y expresión estética, en tanto que principio de enunciación, en tanto que fuerza evocadora de la comunión y el concierto de las comunidades del mundo, más allá de las etnias y las lenguas, la poesía ha padecido los rigores del confinamiento y otras medidas sanitarias derivadas de la situación pandémica, como la prohibición de eventos públicos presenciales y de espectáculos artísticos y culturales. La pandemia ha forzado a la poesía a la conquista del espacio virtual, el espacio sin fronteras, aunque más con la voz viva de los autores, lo que ha impreso calidez a los encuentros. Se trata de una experiencia audiovisual remota, virtual, que sustituye el encuentro presencial de los poetas con sus diferentes públicos, cosa que también ha venido ocurriendo con la experiencia de lecturas en el marco de programas académicos y aulas virtuales en todo Oriente y Occidente. Con las plataformas virtuales y la digitalización de la vida cotidiana, la economía y la cultura, la poesía exhibe su carácter resiliente y reconquista su lenguaje natural, el de la oralidad.

 

Maurice Blanchot afirmó, acerca de la escritura, y este aserto le cabe muy bien a la poesía, que significa participar de la afirmación de la soledad donde amenaza la fascinación. Es, subraya, entregarse al riesgo de la ausencia de tiempo, donde reine el comienzo eterno. Soledad, fascinación, entrega, ausencia, comienzo y eternidad parecerían términos muy abstractos que, sin embargo, para el creador a través de la palabra, para el poeta, se trata de elementos propios de su materia prima, en la medida que su quehacer lo convierte en instrumento del lenguaje.

 

Este Día Mundial de la Poesía, aunque con el aliciente del hallazgo científico de la vacuna contra el nuevo coronavirus, vuelve a encontrar la humanidad presa del peligro de morbilidad y letalidad de la pandemia. De ahí que la poesía, como expresión del espíritu a través del lenguaje y, de acuerdo con José Martí, como parte esencial del progreso de los pueblos que solo los tontos no valorarían, tenga hoy una dimensión más elevada como fuerza reafirmadora de la vida y del futuro victorioso de la humanidad frente a la muerte. En ese poder de la palabra, que enfrenta y transgrede la palabra del poder, radica la misión humana de la poesía, que trasciende, incluso, su función social y su atributo de lengua-cultura. 

 

Estamos viviendo en la economía de la reputación, la información y la vigilancia digital globalizada. Nuestra vida se mueve pendularmente entre la libertad y la seguridad, y en la hesitación de tener que sacrificar la una por la otra. El mundo que vemos, ese que nos agobia, se nos presenta como un articulado o confuso lenguaje de signos apresurado por la incertidumbre y la banalidad del consumismo. Al igual que la ciencia o el lenguaje de códigos algorítmicos, la poesía, desde su especificidad simbólica y lingüística, tiene la capacidad para captar, penetrar, revolucionar y reinventar la realidad y el espíritu. En cada poema subsiste una mediación que va de lo discursivo a lo cognitivo. La poesía es, pues, pensamiento. Y su enorme desafío en estos tiempos pandémicos estriba en cómo seguir siendo esa puerta a través de la cual, junto a las demás esferas del conocimiento y, particularmente del humanismo digital, llegaremos al estadio de evolución social que aparte a la humanidad, de una vez por todas, del amenazante peligro de su autodestrucción.

 

Que la persistencia de la pandemia de la Covid-19, con las escaramuzas desconcertantes de sus variantes, no sofoque el aliento de esperanza que ha de primar en este nuevo Día Mundial de la Poesía. 


 

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José Mármol  (   República Dominicana )

Poeta, ensayista y orientador literario, nacido en Santo Domingo, República Dominicana.