Por: Alejandro Bravo
Poeta, nicaragüense, Centroamericano
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Cruzamos el río
porque no tenemos otra opción.
No hay comida de dónde venimos,
cada cosecha es más pobre
que la anterior,
hay sequías, plagas
y tenemos más bocas que alimentar.
Somos los suevos
atravesando el Rin.
Los alanos buscando
un trozo de tierra en el Imperio
donde poder trabajar.
Venimos huyendo
de la crueldad de otras tribus,
de los hunos
que arrasan todo a su paso,
de las maras
que exigen tributo
hasta por respirar.
Alanos y visigodos solicitamos asilo
al Emperador Valente.
Marchamos por miles
en todos los rincones del Imperio
donde labora nuestra gente
y lo hicimos, solidarios,
desde nuestras propias tierras
apoyando la reforma migratoria
prometida por el Presidente Obama,
-todo en vano-
al poder imperial no le importan nuestras penas.
Nos ha querido detener,
pero ni el afilado acero del general Estilicón
y sus legiones,
ni la violencia cínica del sheriff Arpaio
nos amedrentan en el camino
por una nueva vida.
Somos los godos
cruzando el Danubio,
alanos, vándalos y suevos
atravesando el Rin,
los mexicas
nadando en el Río Bravo
y los mayas emigrando desde Yucatán
y el Petén.
No nos detuvo el Muro de Adriano,
– los pictos
lo hemos burlado en incontables ocasiones-
ni nos detendrán nuevas
y más altas murallas.
Seguiremos migrando
una
y
otra vez
hasta que en nuestra propia tierra
florezca la milpa de nuevo,
el trigo abunde en los graneros,
tengamos seguridad en calles y caminos
sean justos nuestros gobernantes
y no tengamos que soñar
con las luces de las ciudades ajenas
como si el paraíso fueran.
Mientras eso suceda,
nosotros, los bárbaros,
los alanos, vándalos y suevos,
los godos y burgundios,
los latin greasers
y los jamaican niggers
seguiremos migrando
hacia esas luces ajenas
uno tras otro, uno tras otro y tras otro
una y otra vez
una y otra vez
una y otra vez.