Cuando deseo que estés, lo haces, y apareces de manera sutil.
Entonces mi soledad se oculta en pensamientos que agonizan en los rincones de la habitación. Allí toco la extensión de tu cuerpo y contornos de las sombras que se mezclan con el aire que respiro.
Hay miradas agitadas que salen de nuestros cuerpos.
Miradas desdobladas en el piso. Miradas que sobreviven en el frío espacio de soledad que desnuda el amor en pensamientos donde reparto mi sexo a dentelladas.
Y muerdo la intimidad de tu silueta. Hasta que descubro mi piel en las sombras de tu cuerpo que no existe.
Gregorio Riveros
Pampanito, Venezuela.