Es parte de los últimos vestigios del Veracruz amurallado, junto con la fortaleza de San Juan de Ulúa. Su entrada se encuentra en el cruce de las calles Francisco Canal y Valentín Gómez Farías en el Centro Histórico. También se le conoció como “El polvorín”, ya que cuenta con un sótano en su interior en donde resguardaba la pólvora para el uso de los 22 cañones.
Es una construcción de 1635 bajo el mandato del Virrey de la Nueva España, Don Rodrigo Pacheco Marqués de Cerralvo, al Regidor de la ciudad Don Alonso de Guzmán.
Cumplió como función principal defender la muralla que rodeaba a la ciudad de los ataques de piratas, pues tenía una ubicación estratégica ya que trabajaba en conjunto con el “Baluarte de San Crispín” localizado en la fortaleza de San Juan de Ulúa, impidiendo por el alcance de tiro entre ambos baluartes el paso de cualquier embarcación enemiga.
Sobre los paredones externos del Baluarte de Santiago fueron fusilados el 29 de julio de 1812 los primeros Insurgentes Veracruzanos, seis jóvenes que coordinados por el comerciante Antonio Merino e instruidos por el General Ignacio Allende, iniciaron la insurrección independentista en la ciudad y puerto de Veracruz. Aun se pueden observar las perforaciones de la fusilaría en el lugar.
Es un sitio impactante, su arquitectura colonial nos traslada al pasado cuando éste se encontraba al límite del mar y al sur de la antigua ciudad de tablas. Actualmente es administrado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y cuenta con una pequeña instalación museográfica, exhibiendo documentos virreinales y las “Joyas del Pescador”, piezas ornamentales encontradas azarosamente en el mar y de origen prehispánico.