Este verano que acabamos de despedir ha traído a las salas de cine la última película de Woody Allen, Café Society. Ambientada en el Hollywood de los años 30 cuenta la historia del joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell). Es un ejemplo más del cine de buen gusto construido por Allen. Sin embargo, en esta ocasión se echa en falta un elemento clave de las películas del cineasta neoyorquino: la ciudad como protagonista.

Tradicionalmente, Allen ha venido incluyendo en su cine a la ciudad en la que se desarrolla la trama como un personaje más. Hasta hace unos años había sido Nueva York, que siempre había aparecido como un elemento clave por una vida social rica, elegante y con encanto.

Sin embargo, hace unos años el director abandonó NYC para trabajar en ciudades de Europa, debido al alto coste que suponía filmar en su ciudad. Llegaron entonces trabajos en Londres (Scoop, Match Point), en París (Midnight in Paris), en Roma ( A Roma con amor) o en Barcelona (Vicky, Cristina, Barcelona). En todas ellas la ciudad formaba parte del argumento y en todas ellas se mostraban ciudades hermosas, cuidadas y que apetecía visitar.

Allen se convertía, de esta manera, en un excelente promotor turístico, pues lograba reflejar la cara bonita de todas las ciudades. Un perfil que solía coincidir, independientemente de que la ciudad se encontrase en España, Francia o Italia. Los filmes recogían un alto nivel social, una vida urbana rica en eventos, comidas sugerentes, amplias opciones de ocio… Eran todas ciudades distintas, pero al mismo tiempo eran una única ciudad, pues compartían elementos de lo que se supone la vida urbana idealizada por el espectador.

Como conclusión, se ha de recordar que en 2009, tras el estreno de Vicky, Cristina, Barcelona las autoridades en materia turística de la Generalitat de Catalunya se mostraban encantadas con la publicidad que les había supuesto la película, pues se había logrado generar interés en Inglaterra sobre Barcelona, tras un descenso del 20% del número de viajeros ingleses a la capital catalana.