HACIA EL 2030: EL BIENESTAR DESDE LOS GOBIERNOS LOCALES.
Carelia Mayorga Butrón
Doctora en Derecho y Ciencias Sociales
Introducción
A mediados de junio de 2016 comenzó a desenvolverse una madeja que nos envuelve a todos/as quienes formamos parte de la comunidad munícipe iberoamericana.
Tal vez no nos percatamos -o al menos, no lo suficiente- que organismos y entidades internacionales potentes, hicieran públicos los resultados de sus investigaciones sobre el Desarrollo Humano en Latinoamérica y el Caribe y, menos aún, hicieran proyecciones sobre lo que debemos tener en cuenta los próximos lustros.
Una de las causas, puede ser, que es fácil perderse en la frondosidad de la arquitectura compleja y cada vez más especializada de organizaciones supranacionales, como la Organización de Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos, con todos sus programas, capítulos, comisiones de trabajo y otras instancias. Otra causa, puede ser la cantidad de noticias y novedades que tenemos a diario, la evolución de los medios de comunicación, que nos deja mensajes, reportajes, titulares y virales, que es una proeza ver en detalle y en profundidad.
Sea como fuera, este artículo es una invitación para dedicar tiempo al Informe de Desarrollo Humano 2016 para Latinoamérica y el Caribe y otros acontecimientos recientes que plantean la senda para la Agenda 2030, tales como: la III Reunión de Ministros y Altas autoridades de Desarrollo Social de OEA, que focaliza en la pobreza y la desigualdad como taras sociales de América, o el Panel de Alto Nivel para el Empoderamiento Económico de las Mujeres del Secretario General de las Naciones Unidas en el contexto de ODS 2030, que toma como fuente el Estudio de CEPAL 2014 que dice en parte: “la pobreza extrema en América Latina no fue de 30% sino de 11,8% gracias a la participación femenina, gracias a políticas sociales más inclusivas”.
“Resiliencia”
Creo importante partir de un término que encontraremos en el Informe y que por lo visto nos dará más de una clave.
“Resiliencia” es una palabra novedosa para la mayoría de nosotros/as que implica que aprendamos a pararnos después de cada caída en la vida. Resiliencia es una concepción multidisciplinar, con paternidad compartida entre la psicología, la biología, la etología, que se fue gestando en los esfuerzos académicos que buscaban comprender qué hace que algunos seres humanos puedan sobrevivir a pruebas durísimas en la vida.
La DRAE define resiliencia en dos acepciones:
1.f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
2.f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.
Ambas dan la idea de “recuperación” después de un ataque, adversidad y perturbación, que para algunos puede ubicarse inicialmente en el lado reactivo e instintivo, en tanto que para otros, se ubica en el área conductual y de aprendizaje que, requiere de un tejido social adecuado.
Para la psicología, resiliencia es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc. Y a partir de ello se ha escrito mucho sobre ella, aunque, aún, al día de hoy, no hay consenso en las diferentes escuelas académicas de psicología sobre su existencia y naturaleza.
Uno de los padres de la “Resiliencia”, Boris Cyrulnik, sobrevivió pruebas muy duras en su infancia y niñez, que lo motivaron lo suficiente para analizar este proceso y cómo garantizar el éxito en el intento. Dar un sentido a la vida es un aspecto inescindible del proceso resiliente dice Aldo Melillo. La resiliencia nos ha sacado de un determinismo construido durante generaciones que condenaba a quienes habían tenido una mala infancia y niñez a la marginalidad, al autismo social, a la indiferencia, y tal vez a la psicopatía grave y letal. En resumidas cuentas: Con las adversidades, nuestro “ser” y nuestro “hacer” se pueden anular y/o casi desparecer, no desarrollamos nuestras potencialidades y hundimos el porcentaje del desarrollo humano.
Ahora sabemos que es posible recuperarse y eso es lo fundamental.
Y, si existe resiliencia en el orden personal, la siguiente pregunta sería: ¿Existe resiliencia en la vida pública o colectiva?
A nivel colectivo es factible afrontar adversidades, situaciones traumáticas, que ponen en riesgo el bienestar logrado con tanto esfuerzo a través de la gestión pública y que pueden condenar a comunidades a la pobreza, la exclusión social y la desigualdad.
Resiliencia Colectiva Local
La comunidad iberoamericana se esfuerza por alcanzar el bienestar y el desarrollo humano. Sus representantes políticos hacen (unos más que otros y/o unos mejor que otros) esfuerzos por proporcionarlos a la comunidad a la que se deben.
El último Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, para Latinoamérica y el Caribe titulado: Progreso Multidimensional “Bienestar más allá del Ingreso”, no debe parecernos mera retórica y, más bien, inspira el análisis profundo y echa mano del término resiliencia.
Ha adoptado un modelo de desarrollo multidimensional, teniendo en cuenta que lo económico, social, ambiental (entre otros factores) van juntos y que deben tener como eje central a la persona a lo largo de su ciclo vital. Las conexiones entre metas: Mercado Laboral, Protección Social, Demografía, Educación, Exclusiones Sociales, Efectos Adversos, así lo han demostrado.
En el IDH se dice que el 40% de la población de Latinoamérica y el Caribe (18 países) es vulnerable ante cualquier situación adversa como una recesión económica, un desastre natural o un problema de salud pública. La principal amenaza al progreso de la región –en estos momentos-es la recaída de millones de hogares en la pobreza,poniéndose énfasis en los jóvenes y las mujeres con inserción laboral precaria, que se traduce en que casi 2 de cada 5 latinoamericanos son vulnerables (si bien oficialmente no son pobres, tampoco logran ascender a la clase media).
Con este artículo y en especial, con este subtítulo, busco abrir el diálogo, la proyección de cómo reaccionar ante situaciones desafiantes, porque la gestión pública local demostrará ser adecuada y eficiente si somos capaces de prepararnos para hacer frente a los posibles retrocesos en el bienestar.
Cuando una comunidad sufre adversidades, los gobiernos locales son el primer recurso colectivo a partir del cual se pueden recuperar. Por tanto, la resiliencia colectiva es especialmente local.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
La Agenda 2030, es un acuerdo histórico firmado por 193 Estados miembros, sobre la base de tres principios: Universalidad(sin implicar uniformidad), integración multidimensional y compromiso inclusivo (incluir a quienes nunca se beneficiaron de las transformaciones económicas y sociales).
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, conocidos por su acrónimo como ODS, constituyen una agenda multidimensional e invitan a construir resiliencia y a integrar las dimensiones económica, social y ambiental a lo largo y ancho del planeta. Entre los 17 ODS, el primer objetivo es erradicar la pobreza, enquistada en las desigualdades sociales de Latinoamérica y el Caribe y, que, en un escenario adverso necesitará un plan de desarrollo multidimensional, intersectorial y no ir brecha por brecha.
El concepto de Progreso multidimensional es un paraguas para la mediación del bienestar, en el que se requerirán políticas públicas que protejan los logros alcanzados y que sean cada vez más inclusivas. La protección a la niñez de la pobreza sigue siendo clave, la protección durante la edad económicamente activa, la protección durante la vejez y la cobertura universal de salud.
Se requiere de una nueva arquitectura de las políticas públicas. Las propuestas tienen que ir más allá de la focalización sectorial y territorial, abarcar las diferentes etapas del ciclo vital y propiciar mayor participación ciudadana a lo largo de todo el proceso de políticas públicas. Estas son las políticas públicas de nueva generación.
Conclusión
El bienestar alcanzado en América Latina y el Caribe no solo es inconcluso, sino además, no es irreversible. La universalidad, integralidad y mayor inclusión requieren que se aumente la fiscalidad con más impuestos directos y que se posicione a las personas en el centro del Desarrollo, considerando a éste como un proceso de ampliación de las capacidades de “ser” y “hacer”.
Lo logrado -con todo lo que ha costado- está en peligro y es necesario blindarlo. Se habla de consolidar la Canasta de Resiliencia, que se promuevan capacidades situadas más allá del ingreso. La metodología de las políticas públicas no solo deben hacer visible la pobreza, sino, también, la vulnerabilidad y el cómo afrontarla.
Bibliografía
Empower Women (2016) Panel de Alto Nivel para el Empoderamiento Económico de las Mujeres del Secretario General de las Naciones Unidas en el contexto de ODS 2030. Disponible en https://www.empowerwomen.org/es/who-we-are/initiatives/sg-high-level-panel-on-womens-economic-empowerment última consulta: 20-07-2016.
Melillo, Aldo (2005) “El pensamiento de Boris Cyrulnik” en Perspectivas Sistémicas, Nº 85, marzo-abril. Disponible en http://www.redsistemica.com.ar/melillo.htm, última consulta: 20-07-2016.
OEA (2016) III Reunión de Ministros y Altas autoridades de Desarrollo Social, Secretaría de Acción Social de la Organización de Estados Americanos. Disponible en http://www.oas.org/es/sadye/remdes/introduccion.asp, última consulta: 20-07-2016.
PNUD (2016) Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2016. Progreso multidimensional: bienestar más allá del ingreso. Disponible en: http://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/es/home/library/human_development/informe-regional-sobre-desarrollo-humano-para-america-latina-y-e/., última consulta: 20-07-2016.