Amar es liberar
Por: Navi Rodriguez, Estelí Nicaragua
| Hoy estoy especialmente susceptible, ha llegado el tiempo en que mis hijos ya crecieron, o sea en teoría son independientes de mi persona, todavía reflexiono si eso es coherente con la práctica. Pero no es eso lo esencial, lo esencial es que ya ellos exigen tiempo propio, planes propios, casa propia (sin contar que todavía no se quieren salir de mi cuarto y mi cama). Ya ni like se les puede dar en las fotos que publican, dicen que el FB no es familiar y si les dejas una nota cariñosa en el histagram se ponen todos remilgosos. No puedes ir a sus fiestas, ni socializar con sus amigos o amigas, ni falta que hace porque una no aguante su gas. Me parece que no es un asunto solo mío, o sea, que nos pasa a todas las mamas cuando los hijos echan plumas (pelitos, poquitos pelitos sin son lampiños). Es parte del desapego, entender que estos cabrones tienen que vivir por cuenta propia y dejar de creer que una es su empleada doméstica forever. Aclaro que esta es una nota libertaria, amo a mis hijos, pero en ocasiones me aturden, me quieren cuando les da la gana y me ignoran la mayor parte del tiempo. Por eso una debería planificar como los japoneses, proyectado hasta los 250 años si es posible, por aquello de las vidas pasadas. Es decir, que cuando tienes tus hijos te haces un plan cortito de veinte años lo más en compañía, luego te haces otro plan aparte que contemple los pendientes: Todo lo que lograste hacer mientras los cuidabas, que no sea cuidar perros o gatos, porque quedamos en las mismas. Si pensamos bien encontraremos que hay cosas pendientes que ni siquiera soñamos: perderse en los trenes, montarse en una lancha y conocer el cañón que nunca te interesó, llevarle flores a tu novio e invitarlo a bailar un merengue, escribir un libro, hacer un jardín, coleccionar piedras, tomar fotos, pintar en acuerelas, hacer tus propios poemas. No se, tantas cosas que tengo pendientes, que cada día surge algo nuevo, al punto que mis hijos han empezado a protestar porque llevo toda una vida ignorándolos... Síntesis: Tengamos nuestra propia vida, que nuestros hijos tienen el derecho y el deber de construirse la suya propia. |