No alces los ojos para ver a Dios, menos lo toques, que es peligroso responsabilizarse de un viejo edificio derruido por el tiempo y semidestruido por un terremoto de grandes magnitudes. No evoques al Espíritu Santo que un felino podría comerlo de un salto, en pleno vuelo. No llames a María que seguro hace la fiesta con el Papa. Y al hijo, no lo busques ni preguntes por él, que a esta hora se encuentra leyendo las sagradas escrituras, en busca de los errores que cometieron los hombres que escribieron, ¡¡¡Por Cristo!!! Tantas mentiras. Y cuando comprenda que la fatalidad del tiempo urdió las conjeturas, se largará al patio de la esquina, para integrarse al grupo de chavalos que se divierten jugando a las canicas. (28-Marzo-1983) | Por: Pánfilo José Orozco Izaguirre Managua, Nicaragua |