No  llores. No llores.

Abre tus ojos, mírame, siénteme, acaricia con dulzura mis pensamientos y déjate llevar por las alas de tu corazón. Oye como los pájaros cantores de las estrellas, embelesan la vida y la tornan de colores distintos.

Bésame, bésame y déjate amar. Camina conmigo a los infinitos y construyamos juntos un amanecer purísimo; deja tus dolores y penas en el umbral del pasado y conmovamos a la ternura para pintarla de azul. Porque tus labios prenden los matices de la noche llenándola de nostalgia y van combinándose con aquellas carcajadas que se convirtieron en mi promesa de amor sempiterno.

Porque yo quiero amarte, sin luces, sin perjuicios, sin razones. Yo quiero abandonarme en tu alma y renunciar las realidades para combinarme con tu aroma, dejando estos sentimientos plasmados en tu cuerpo, ilusionando al tiempo y prendiendo al fuego.

Y así;  terminar con esta existencia sin sentido, para pasar a la vida y amarte como yo quiero, pues yo quiero amarte; así, a ciegas; yo quiero amarte así, sin velas; yo quiero amarte así, sin luces, sin estrellas.