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La inclusión financiera con perspectiva de género, concepto que consiste en la eliminación de las barreras discriminatorias que enfrentan las mujeres al acceso a productos y servicios financieros mediante iniciativas públicas y privadas, ha surgido en los últimos años como uno de los temas más importantes a nivel de la igualdad de género. En concreto, se trata de la integración consciente de las mujeres subatendidas al mundo financiero mediante programas e iniciativas público y/o privadas dirigidos específicamente hacia ellas. Tradicionalmente, los esfuerzos de inclusión financiera se han visto como impulsores de la igualdad de género, es decir, como medidas de carácter social feminista. Se ha considerado que el potencial de la inclusión financiera se encuentra en la eliminación de las brechas de género en las instituciones financieras, y por supuesto, la eliminación de ellas es un objetivo deseable. Sin embargo, la inclusión financiera de las mujeres también conlleva posibilidades de fomentar el desarrollo económico a nivel local, nacional, y hasta internacional, hecho que es imprescindible considerar en el discurso actual sobre estas iniciativas.
Las divisiones entre los hombres y las mujeres en cuanto al acceso al sistema financiero se han hecho más aparentes en los últimos años. SegúnBarbara Auricchiodel Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, en Latinoamérica el 48% de las mujeres sufren demanda financiera insatisfecha, en comparación con sólo 42% de los hombres, lo cual representa una brecha considerable. Esta desigualdad es todavía más grande en otras regiones del mundo, entre las cuales destacan el norte de África, el sur de Asia, y el Medio Oriente (Alianza para la Inclusión Financiera). Es más, las mujeres tienen mayores tasas de participación en trabajos informales, mal pagados, o infravalorados, como señala laOrganización Internacional del Trabajo. La combinación de estos factores crea una situación en la cual las mujeres se vuelven más vulnerables económicamente, hecho que significa que las mujeres experimentan mayores desafíos económicos en momentos de crisis., La carga de los cuidados, las consecuencias del COVID-19, y las altas tasas de desempleo todos ejercen mayor presión sobre las mujeres. Por estos y otros motivos se ha visto el cierre de la brecha económica de género como un problema de desigualdad social. Por cierto, la dimensión social de este tema es sumamente importante. Sin embargo, si queremos que las instituciones aporten sus esfuerzos a la resolución de esta crisis, debemos también considerar los resultados económicos que producirá la inclusión financiera para las mujeres, sus comunidades, y las mismas instituciones que aportan sus recursos a la resolución del problema.
Siempre y cuando exista un mercado insatisfecho en una economía libre, la economía entera pierde beneficio, puesto que la correspondencia entre la oferta y la demanda es un principio fundamental para el éxito económico. Las mujeres, como hemos visto, sin duda forman un mercado enorme que sufre una demanda de fondos insatisfecha, lo cual indica que el mercado financiero está fuera de equilibrio. Por lo tanto, podemos inferir que existen beneficios no realizados en este mercado, y que la inclusión financiera podría parcialmente remediar este problema. Los beneficios económicos podrían manifestarse de varias maneras. Por ejemplo, las mujeres emprendedoras que gozan de nuevas oportunidades de negocios a causa de la nueva disponibilidad de préstamos y del acceso al microcrédito podrían generar nuevas ofertas laborales en su comunidad, y así generar un aumento en la actividad económica de su local. Las empresas pequeñas y medianas de las mujeres, a menudo sirven de base para la economía de las comunidades, y la inclusión financiera sería un importante paso para fortalecer esa base. Adicionalmente, mientras crezcan los negocios de estas mujeres, es posible que acudan otra vez al sistema financiero para aprovecharse de más servicios, lo cual beneficia tanto a las mujeres como a las instituciones financieras locales.
Los proyectos de investigación que se han realizado sobre este tema respaldan la hipótesis de beneficios económicos. Según laAlianza para la Inclusión Financiera, algunas estimaciones indican que el avance de la igualdad de género en el ámbito financiero podría aumentar el PIB global por 12 trillones de dólares estadounidenses. El mismo artículo señala que un tercio de las empresas pequeñas y medianas son lideradas por mujeres, un sector reconocido por ser impulsor de crecimiento y creador de trabajos a nivel local. En Ecuador, laSuperintendencia de Economía Popular y Solidaria (SEPS)ha introducido regulaciones que han a la vez disminuido la brecha financiera y simultáneamente promovido avances en el desarrollo sostenible. En vista de estos datos, las instituciones financieras tanto públicas como privadas deben reconocer la inmensa oportunidad ofrecida por la inclusión y tomar acciones concretas para realizarlas.
Ya establecidas las posibilidades económicas de la inclusión, debemos centrarnos en las medidas implementadas por las instituciones con fines de acabar con la desigualdad en este área y acercarnos a un conjunto de buenas prácticas para el futuro de este movimiento. Muchos municipios y organizaciones de la sociedad civil que son conscientes de la gran necesidad han promovido políticas a nivel local para resolver el problema. Por ejemplo, en los últimos años las organizaciones LuxDev y CENPROMYPE han colaborado para crear unprograma de cuatro añoscon fines de “contribuir al establecimiento de un entorno regional favorable a la participación equitativa de las mujeres dentro en el tejido económico de la región del Sistema de la Integración Centroamericana” y que tiene como foco principal las empresas pequeñas y medianas lideradas por mujeres. SegúnFrancesca Randazzo, experta en finanzas sensibles e innovadoras del LuxDev, el programa alcanzará a 1.250 mujeres emprendedoras directamente e indirectamente a 2.500 personas recién empleadas por las empresas.
La implementación de medidas financieras inclusivas a nivel local es imprescindible para el desarrollo económico local en Iberoamérica. Los avances recientes en este campo demuestran que estas iniciativas conllevan enormes beneficios para todas las comunidades, con un impacto especialmente positivo para las mujeres emprendedoras. Sin embargo, aún existen posibilidades no realizadas de acceder al mercado ignorado de las mujeres emprendedoras. En el futuro, deben establecerse más programas con este enfoque a nivel local como el mencionado en el párrafo anterior. Adicionalmente, las instituciones tanto privadas (bancos, empresas) como públicas locales deberían sumarse a la lucha por la igualdad financiera en sus comunidades para fomentar el crecimiento económico a nivel local. La colaboración para eliminar las barreras al acceso a los servicios financieros para las mujeres emprendedoras puede servir de impulsor para la prosperidad de las comunidades iberoamericanas. No la ignoremos.
Bibliografía
Auricchio, Barbara. “Inclusión Financiera Con Perspectiva de Género: ¿por Dónde Empieza El Cambio?” Banco de Desarrollo de América Latina Y El Caribe, 30 Mar. 2022, https://www.caf.com/es/conocimiento/visiones/2022/03/inclusion-financiera-con-perspectiva-de-genero-por-donde-empieza-el-cambio/.
“Finanzas Inclusivas de Género.” Alianza Para La Inclusión Financiera,https://www.afi-global.org/thematic-areas/gender-inclusive-finance/.
Hernández Naranjo, Margarita. “No puede haber inclusión financiera sin sostenibilidad.” Alianza Para La Inclusión Financiera, 14 Dec. 2023,https://www.afi-global.org/newsroom/blogs/there-can-be-no-financial-inclusion-without-sustainability/.
“Programa Regional de Promoción Del Emprendimiento Femenino - Fase II.” LuxDev, https://luxdev.lu/en/activities/project/MAE/019.
Randazzo, Francesca. “¿Cómo cerrar la brecha económica de género? Lecciones de América Latina.” Alianza Para La Inclusión Financiera, 7 Mar. 2024, https://www.afi-global.org/newsroom/blogs/how-to-close-the-economic-gender-gap-lessons-from-latin-america/.
Estudiante de tercer año en la Universidad de Michigan, Ann Arbor, en Estados Unidos. A partir de febrero de 2024, ha ejercido como becario en la Unidad de Género en las oficinas de la UIM Granada.